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¿Por qué es famoso el Museo d’Orsay? Datos y curiosidades

El Museo d’Orsay es una de las joyas culturales de París, famoso por su inigualable colección de arte, por su historia y por la arquitectura del edificio que lo alberga. Ubicado a orillas del río Sena, este museo ha sido testigo de una transformación asombrosa de París desde su construcción hasta día de hoy. Pero, ¿qué lo hace realmente famoso? 

Un edificio con historia: de estación de tren al Museo d’Orsay

Antes de convertirse en el Museo d’Orsay, el edificio fue una estación de tren. Su historia se remonta a finales del siglo XIX, cuando París necesitaba una terminal moderna para recibir a los visitantes de la Exposición Universal de 1900, la misma que sirvió de excusa para construir la Torre Eiffel. 

La compañía ferroviaria Compagnie du chemin de fer de Paris à Orléans encargó su diseño al arquitecto Victor Laloux, quien creó un edificio innovador para la época: una estructura de hierro y vidrio recubierta de piedra, que armonizaba con la elegancia arquitectónica de la capital francesa.

La estación funcionó durante varias décadas, pero con el tiempo se volvió obsoleta para los trenes de larga distancia. Fue clausurada en 1939 y durante años tuvo diversos usos, incluyendo ser un centro de envío de paquetes y mercancías durante la Segunda Guerra Mundial.

La transformación en el Museo d’Orsay 

En los años 70, el edificio estaba en riesgo de ser demolido. Sin embargo, gracias a la intervención del presidente Valéry Giscard d’Estaing, se decidió conservar su estructura y convertirla en un museo. La restauración estuvo a cargo de los arquitectos Renaud Bardon, Pierre Colboc y Jean-Paul Philippon, con la colaboración de la diseñadora Gae Aulenti, quien transformó los amplios espacios en galerías de exposición.

Finalmente, en 1986, el Museo d’Orsay abrió sus puertas al público, especializándose en arte del siglo XIX y principios del XX. Su colección incluye obras maestras de artistas como Monet, Van Gogh, Renoir y Degas, convirtiéndolo en un referente del Impresionismo y Postimpresionismo.

Arquitectura y elementos icónicos

Uno de los aspectos más impactantes del Museo d’Orsay es su diseño arquitectónico. El gran vestíbulo central, que alguna vez albergó las vías del tren, hoy es un espacio luminoso y grandioso donde se exhiben esculturas y pinturas.

Entre los elementos más emblemáticos destaca su reloj monumental, situado en el extremo del museo, que ofrece una vista panorámica de la ciudad a través de su enorme esfera de cristal. Este reloj, que en el pasado ayudaba a los pasajeros a no perder su tren, ahora es un símbolo que puedes disfrutar al reservar tu visita al Museo d’Orsay.

El techo de hierro y vidrio también es una maravilla de la ingeniería, permitiendo la entrada de luz natural que realza las obras de arte expuestas. Este diseño, inusual para un museo, crea un ambiente único que envuelve a los visitantes en una atmósfera artística que no encuentras en ningún otro lado.

La colección del Museo d’Orsay: un tesoro del arte impresionista

Si bien la arquitectura del Museo d’Orsay es un motivo suficiente para visitarlo, su colección de arte es lo que realmente lo hace famoso. Alberga algunas de las obras más icónicas del mundo, como "Baile en el Moulin de la Galette" de Renoir, "Noche estrellada sobre el Ródano" de Van Gogh y "El almuerzo sobre la hierba" de Manet.

El museo también cuenta con una importante selección de esculturas, fotografías y artes decorativas, destacando obras de grandes maestros como Auguste Rodin y Camille Claudel. Además, su colección de artes decorativas incluye muebles y diseños del Art Nouveau, que reflejan la elegancia y el refinamiento de la época. 

La fotografía también tiene un espacio relevante, con una amplia variedad de imágenes que documentan la evolución del arte visual en los siglos XIX y XX, haciendo de este museo un punto de referencia obligado para los amantes del arte en todas sus expresiones.

Así pues, el Museo d’Orsay no solo es famoso por su colección de arte, sino también por la historia que esconden sus muros. Su transformación de una estación de tren a uno de los museos más importantes del mundo lo convierte en un ejemplo de cómo el patrimonio arquitectónico puede tener una nueva vida y debe servir de inspiración para la creación y mantenimiento de nuevos espacios.

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